Francisca Geijo fue la compañera de Florentino Huerga. Relación breve, intensa, de "rompe y rasga", vaivenes entrecortados entre satenes, sábanas aterciopeladas y retorcidas por los encuentros apasionados de amor-no amor.
Francisca se suicidó con los hilos gaseosos que terminaron por colapsar sus pulmones. Hoy descansa sobre las nubes del recuerdo en el cementerio de la ciudad del Vendrell.
La revista ¡Hasta siempre!, en el Nº1 de su edición (Noviembre de 1.998) le publicó dos poemas místicos por la forma en que establece una relación de tú a tú con Dios.
YO FUI QUIEN PUSO EL ÚTERO Y LA SANGRE
Luchamos codo a codo
y al fin me la llevaste.
Tú, hijo inmortal de perra.
Tú, creador del lodo y el desastre.
Tú, creador de la mentira inmensa;
consentidor del odio y la masacre.
Tú, no fuiste Tú,
fuí yó, quién puso el útero y la sangre
y el dolor de cuidarla noche y día
contra el cuchillo del aire.
Yo desclavé la miel de las colmenas
arranqué el aguijón de los zarzales
y perfumé su carne con esencia de rosas
para ahuyentar la rabia de los perros
hacia otro aquelarre.
Pero Tú, dueño y señor del mundo,
tú el mas fiero de todos
te quedaste
aullándole a la luna
y socavando gándaras
para que la tragasen.
Macho terrible, enorme,
estés donde estés
te dará mi odio alcance.
ALFARERO DEL LODO Y EL DESASTRE
No es que me jacte, Dios, de perseguirte,
mi cuerpo es una válvula de brea
buscando desahogarse.
Jactancia lo sería si afirmara
que yo he creado el aire,
la luz, la oscuridad,
el agua y la materia
de la tierra y la carne.
Yo sé que soy mortal
pero no miserable,
aunque el cuerpo que habito
se me acabe.
Y me acabaré para mi suerte
y para tu desgracia
-no conozco otra forma de vengarme-
porque si el hombre muere
¿Qué animal dirá al mundo que tú existes?
¿Que oidos -dime- podrán escucharles?
¿De qué moneda cobrarían tu causa y tu justicia
los cuervos y pavianes?
No es que me jacte, Dios, de perseguirte
con mi lastre de pus
y darte alcance.
Yo sé que he de seguir con mi dolor a cuestas
porque lo que no existe
por mucho que queramos provocarle
para que se nos muestre.
Por mucho que el dolor lacere la carne
jamás será alcanzable.
Y tú, pobre alfarero del lodo y el desastre
no eres sino esa estrella: ésparsil
que la constelación de nuestra mente quiso crear
para tener un signo al que aferrarse.
Extraordinaria poesía la de Francisca Geijo, potente voz que impreca a Dios.
ResponderEliminarUn abrazo.
Conoci a Francisca Geijo, como poeta y amiga. Aprendi mucho de ella. Pase muchos ratos agradables. Compartiendo literatura. Me presento mi libro Amanecer Poetico en el Circulo de Castilla y León. Me sacudio su vida, tan llena de vida y energia, que hoy hace daño su partida ...
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