Esta mañana
del 7 de Junio del 2.019 después de la irrupción de la ciclogénesis explosiva
Miguel, me he puesto a leer el libro de Juan Ignacio González; conocido por
todos sus amigos como Nacho: Los jardines en ruina.
Presentará el libro el 12 de Junio en el
salón de actos de la Escuela de Comercio; calle Tomás y Valiente Nº 1, Gijón
(Asturias) a las 19,30 Hrªs.
Los jardines no están en ruinas, emergen
en la ciudad de Babilonia rociados con la latente boira del Éufrates. Los
brotes de las plantas los han trasplantado en los alrededores del Partenón de
Atenas para que crezcan los matorrales y árboles para dar sombra a los
capiteles dóricos que sustentan la majestuosidad del templo. No terminan de
brotar, de crecer y el astro rey cae inmisericorde sobre el crisantemo de mármol
y por la tribuna donde el filósofo poeta disertará sobre sus conocimientos a
los alumnos, a los que leerán sus versos y escucharan sus odas. Toma conciencia
de los jardines en ruina y escribe a Ulises, a Penélope, a Helena, a Kipris, a
Chronos, a Eros, a Thanatos, a Homeros, a los dioses, héroes y gente común
griega que aman la filosofía, el teatro y leyendas.
Y se levantó el siroco, transformando las
dunas, esa arena que danza al compás de la naturaleza eólica, que hermana el Magreb
con la Andalucía del crisol de culturas; tartesios, cristianos, judíos y árabes.
Ocho siglos de lírica árabe, de transmutaciones en el tempo del verso, en los
sonidos del alfabeto, en el ritmo del mestizaje, hasta la actualidad donde el
Mediterráneo hierve de corrientes marítimas, humanas para seguir cantando a la
libertad de crear, escribir versos poemas como los que transmite con su fuerza
poética, mi amigo el poeta Nacho González.
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