domingo, 26 de mayo de 2019

ENAMORADO DEL ARCO IRIS HERIDO.


          En la Primavera del 2.018, me animé a escribir un poemario de misticismo erótico. Lo presenté a un conocido concurso, pero no mereció un mínimo reconocimiento.
          Estoy contento con el contenido, misterio y ritmo del juego poético que planteo.
          He estado a punto de presentarlo a una editorial; pero como el coste de la edición corre a cargo del autor y hoy en día no puedo asumirlo, he decidido publicarlo en este "Blog" de arte y poesía, para que llegue y lo disfrute todo el que desee leerlo y disfrutarlo.
          ¡Muchas gracias! a Rafael Arroyo Villemur, que como en otras ocasiones ha realizado una ilustración para esta edición.
         Va para vosotros...mis lectores.

Arco Iris herido, ilustración de: RAFAEL ARROYO VILLEMUR



                                                                     1ª Parte

                                          ENAMORADO DEL ARCO IRIS HERIDO.




           Txigorri camina torpemente sobre la ladera del mítico Monte Blanco, la altitud mas cercana de su domicilio, de esa choza de cañaverales al lado de un río donde la civilización romana forjaba el hierro para sus instrumentos de trabajo y armas. Va pensando: Soy viejo, ¿Lloverá hoy?, esas nubes que estoy a punto de acariciar son como gigantescas coliflores que se van acoplando con el inmenso azul de la atmósfera terrestre, y si llueve ¿Volveré a sentir el Arco Iris en lo mas adentro de mi pecho?

Y las venas reventaron
para salpicar de rojo la hojarasca
para enfriar la piel
para entrar en ebullición el alma
para que el solitario temblara
para que el carmín besara
al escalofrío de la noche.

            Y sigue caminando en una escalada interminable, desea penetrar en las tormentosas nubes para escuchar la sinfonía eléctrica al golpear el agua sobre el viento. Y observa una perdiz roja correteando por una extensa rastrojera donde nació y durmió el trigo.

Txigorri se desnudó
reptó entre su soledad y la rastrojera
su epidermis transmutaron heridas
anaranjadas de tibia pasión
donde el vello eriza la esperanza
donde el solitario recrea la imaginación
cuando el día se oscurece
y la noche hace palpitar al delirio.

              El solitario deja de estar solo, le acompaña la incipiente lluvia y una bandada de tordos que revolotean danzando un vals de viento y notas musicales en re para clarinete. Y un gavilán acecha inmisericorde a las aves negras hermanadas con la perdiz roja.

¿Y saldrá el Arco Iris?
¿Emergerá entre el chaparrón y los azules vivos?
¡Oh Dios Mío!
¡Innombrable!
¿Quién soy?
¿Quién mece mi alma?
Mi sangre no es sangre
¡Es placer solitario!
Mi energía
ha estallado en un amarillo creativo.

               El gavilán ignora a los tordos, no puede cazar a un retorcido negro oscilante y se fija en la ave rojiza que corretea ignorante del peligro en la rastrojera.

Las piernas están dolientes
han temblando salvajemente
las púas vegetales se han introducido
en la epidermis sucia de barro
y la culebra verde
repta por el pecho
por los brazos
por el rostro
de un humano
que palpita
ese verde que se desliza
que se acerca a la comisura de los labios
para lamer al instante sublime.

                Y el gavilán cumple su misión, con su instinto matador, plumas blancas, rojizas, ocres y negras se esparcen por la violencia del ataque, se tornan grises cuando arrecia la lluvia y todo se transmuta en un mejunje de tonos grises.

Y llueve
sobre un cuerpo roto
sobre una pasión deslizante
soledad
ternura con su egoísmo
esa agua torrencial
que anhela surcar hasta el océano
frío
caliente
palpitante
donde el infierno se enternece con el cielo
color cian
azul
verde
turquesa
es cian de superación
donde el alma abraza a las entrañas.

                Y el gavilán se alimenta de la perdiz, y los tordos siguen danzando, se abalanzan sobre un olivar empeltre de la ladera a refugiarse de la lluvia y a atragantarse de olivas negras.

Se escucha el murmullo
allá a lo lejos
en el valle
donde resopla el moncaino
discurre el río entre meandros
aguaducho
por esas lluvias
por ese deshielo
por el frío ardoroso
cuando los besos inundan el cuerpo
del solitario
de los colores del Arco Iris
glándulas turgentes
ensoñación mística
¡Dios!
un dolor
un encuentro sideral
un azul explosivo
una contracción sin parangón
¡Amor!

                Y el gavilán vuela, los ojos de Txigorri se humedecen por las lágrimas, por la lluvia que desaparece y emerge el Arco Iris, en la cúpula del Monte Blanco donde el azor otea el horizonte y la víbora serpenteante zigzaguea para que despierte la fuerza onírica de Txigorri enamorado del Arco Iris.

Acaba la historia
acaba el momento
de un hombre solitario
que se enfrenta a unas letras
a un mundo onírico
literario
en un valle fértil
entre colinas escarpadas
donde la naturaleza salvaje predomina
Dios ilumina un cenobio cisterciense
unas manos acarician
a sus propios brazos
sus piernas
al corazón del gavilán
al corazón del azor
a sus presas naturales
a esos frutales que decoran
a ese paisaje violáceo
donde suenan los violines del alba
donde las flores violetas
terminan por fornicar
¿Con quién?
¡Con Dios!
¡Con un espíritu oscilante!
¡Oh Arco Iris!
Te salpico con mi sangre y semen. 



                                                                    2ª Parte.
 

 

 



Y la esperma arde
como una candela intermitente
ceremonia de velas
y sinfonía de notas quebradas
aullidos en la obscuridad cómplice
rota por la luz cimbreante
por la pitón reticular
de escamas frías
que cosquillea la epidermis cálida
de un solitario monje
tumbado en su jergón
de lana cardada
de merinas rumiantes en la dehesa lírica
y la piel enrojece
herida
por la obertura clásica
de unos instantes de anaranjado misticismo
adagio lento
el cerebro se dispara
la mente escapa de él
alma que se mece escalando acantilados oceánicos
y el paraíso existe
en un columpio de carnalidad ardiente
la pus amarilla lubrifica
la ida del incipiente delirio
manos atemorizadas
pulsiones salvajes
un potro que retoza
allá
en el oasis perdido y verde
¡Dios mío!
ya te he nombrado
me calmas
me deslizas
hacia esa ternura
esmaltada
con sílices de tonalidad cian
esa luminosidad
ese jadeo entrecortado
esa piedra tanzanita
la sublimación turquesa
¡Te amo!
Dolor de mis dolores
mi corazón doliente late
es la luz violácea
la que hiere
en la explosión solitaria
en el pensamiento
placer transmutado en joya
en amatista
en adagio entrecortado
de un éxtasis
que enamora en el inicio del alba
cuando la lluvia salpica
al arco iris herido.





Las gotas de lluvia
salpican mi cuerpo aterido
empapado
hasta mi nerviosa médula
humedad acariciante
hiere el instante
y me inmovilizo en medio del chaparrón
abro mi mente
a un destino sin destino
no hay etapas ni metas a donde voy
palpitaciones ardientes
de una moraleja intermitente
mi epidermis se transmuta en lava
aluvión de magma ígneo
¿Sueño?
la falsedad decae
y la realidad irreal se impone
sutilezas de aves
que planean sobre el horizonte
mi soledad no es soledad
son grietas en mis hematíes que intentan despertar
quietud
la obscuridad tiembla
la luz tintinea
y la ceremonia con espermas
violan el silencio de la meditación
retumba el gregoriano
en los acantilados marítimos
donde mi cuerpo astral se contrae
en el onirismo precipitado al abismo
¿Es una pesadilla?
¡No!
he susurrado el canto del amanecer
y mis piernas han temblado
de dolor
de placer infinito
he alcanzado la cúspide celestial
donde los arcángeles
vomitan fuego
y expanden el hielo
sobre mi frágil cuerpo.




Y me han dicho que hoy lloverá
que el Arco Iris continuará quebrándose
que resbalará sobre mi alma
que sus tenues irisaciones penetrarán en mis adentros
que calmarán mi dolor
que se acoplará el gozo con el chirrido de la incertidumbre
que un volcán entrará en erupción
que mi piel se cubrirá de cenizas
que las garras de la mariposa sajarán mi epidermis
que la sangré saldrá disparada hacia la luna
que soñaré
que danzaré
que musitaré un te quiero entrecortado
que mis fluidos corporales se anclarán a las nubes
que continuaré soñando en soledad intermitente
que Venus lamerá mi generosidad reproductiva
que un cálido caramelo acariciará mis labios
que kundalini reventará al éxtasis
que despertaré por el placer sublime místico
que seguiré durmiendo sin soñar hasta el amanecer.





El amanecer
hoy ha sido mas brillante de lo normal
a pesar de la tormenta
a pesar de la torrencial lluvia
el Arco Iris ha sido herido
un ataque virulento de pasión
¡Han reventado las estrellas!
la sideral seducción se ha impuesto
y las epidermis han bullido
entre fluidos corporales volcánicos.




A veces
             pienso
                        mi verdad se inquieta
me duele el ardor
                            ese viento siroco
                                                       tiemblo
recuerdo que las meretrices
no levantaron mi obelisco
se quedó en barro cisco.
Relampaguea la luna
el sol se quiebra
soy uva de un racimo ensarmentado
y vuelo como una alondra
un poeta
que nació para arrebatar a la tierra su trufa
y sucumbí a los cielos
a ese hacedor que mece mi instante
ha rezumado el Arco Iris herido
estoy enamorado
no lo estoy
palpita mi epidermis
ese vello erizado
cuando siendo varón
alumbro pasión con un dormido doncel.
Las meretrices se apostaron en dintel de su templo
¡Las ignoré!
¡No me arrepiento!
¡Me entrego!
¡Entro en trance!
estoy enamorado de ese Arco que hiere el alma.




Has asesinado a mi alma
estoy asesinando a mi poesía
estoy desnudo
orando
con el vello erizado
con sutiles brazos esclavizándome
porque he dejado de pensar
he dejado la obscuridad en el umbral de un dormitorio
sueño con luz
sueño con sangre
soy yo
soy tu
¡Dios mío!
Estoy yaciendo contigo
penetro en tu misterio
mira como los gorriones picotean mi efímera cordura
deseo dejar de escribir
deseo que mi poesía se precipite por un acantilado
te estoy sintiendo a ti escultor
modelas mi realidad
te manchas con mis penurias
¡Dios mio!
Deja que me balancee entre llamaradas
para ser libre
para que el placer prevalezca
ante el arte
ante la poesía
¡Con dolor la estoy asesinando!




Ya no queda esperanza
¿Estoy soñando?
¿Estoy vivo?
¿Estoy despierto?
De algo estoy seguro
el habitáculo donde pernocto
esta oscuro
negro
y tengo miedo
me aturde el terror
porque vislumbro al Arco Iris herido
gotea sangre y pus
sobre mi erizado vello
mis poros están hambrientos
de luz
de placer
de instantes de locura
solitario de inquietantes misterios
el suero burbujea
juega con mi mente
golpea a mi alma
espíritu correoso
el dragón lanza llamaradas
¿Hacia donde?
hacia los gemidos entrecortados
cuando despierto de la pesadilla
cuando por la comisura de mis labios
siento el amargo licor
de un sabor de intenso éxtasis.




Se acaba el tiempo
el Arco Iris herido de amor
tiembla
se evapora indolente
desprende colores apagados
sin vida en el horizonte
el poeta
limpia sus manos con agua de albahaca
mece su destino
su enamorado
lo observa en la distancia
toma un sorbo de absenta
licor prohibido
el poeta cataléptico
escribe versos como estos
difuminados en el horizonte
dice te quieros aterciopelados
para retozar en solitario
mientras revientan sus fluidos
cálidos
enamorados
que maculan
un adiós
y un beso
al Dios de la lluvia
al sempiterno Sol.




Saeta de la confusión
la del Cristo de la lluvia
la del modelo muerto a la media tarde
corneado por el morlaco negro zaíno
sangre sobre el pecho
sangre en las manos
el cuerpo inanimado
esos músculos
huesos
venas
nervios
que acogieron la vida de un salvaje
que canto saetas y boleros
que danzó a la luz de la luna llena
que desgarró a las auroras
saeta entrecortada
soy hombre
y amo a otro hombre
soy mujer
y amo a otra mujer
el Cristo de la confusión
la noche oscura que busca el alba
encuentra los sones vitales
nació la luz de la mañanada
saeta, tango bolero
los poros
emanan sueros blanquecinos
semen de escarcha
esos colores que se difuminan
de un Arco Iris herido de amor
en los adentros de su alma.


                     Poemario original de: -Joseba Ayensa (poeta-cantor.)-

                     Ilustración: Rafael Arroyo Villemur. 


          




  






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