El poeta Joseba Ayensa sumido en sus pensamientos, recordando el festejo taurino de la feria de Tudela (Navarra).
Veinticuatro horas, veinticuatro horas habían pasado cuando me precipité inmerso en mis pensamientos, ahí, en la nebulosa sedante de una tasca tudelana de ambiente taurino: El Cossio.
Mi sobrino, el veterinario Victor, era consciente de que terminaría escribiendo uno de mis artículos poéticos sobre el evento taurino de la tarde anterior, la adrenalina trágica de una novillada picada.
Viví la jornada como cuando asisto a un recital poético, aislándome de mi entorno y centrándome en el ballet de arena, calor, emoción, sangre y tragedia de un instante mágico que queda impreso en las pupilas de los ojos.
Los novilleros son jóvenes, se arriesgan; hay un dicho castellano: "coger a los toros por los cuernos", y lo hacen literalmente hablando ¡Desean triunfar! llegar a lo mas alto del escalafón de los que se enjalanan con luces de plata y oro.
Tarde agobiante, de calor, de fiestas santianeras, a las seis y media, eran las seis y media cuando el paseillo inició el ritual de la matanza. Saltó el primer novillo al albero, apenas picado: un sutil pinchadico. Lo toreaba el novillero navarro, el cirbonero Javier Marín, muy querido por esos lares...se arriesgó, faena larga a base de derechazos, uno, o dos naturales de pecho para cerrar las tandas...y vuelta a los derechazos. Había que animarlo y después de pinchazo y estocada recibió una oreja inmerecida...Cuando sacrificó el segundo astado, siguió el vals de los derechazos y fue incapaz de cerrar faena con el pase de pecho, lo intentaba, lo volvía a intentar...derechazos, no terminaba la tanda, mató y silencio...silencio mortuorio.
David de Miranda, fue el novillero que mas arriesgó...deseaba dejar sus testículos entre los cuernos.Su primer novillo tenía casta de mirón, reservón, sabelotodo, no terminaba de entrar al trapo...La lucha era como un combate de boxeo...No se sabía quien tomaría las riendas del triunfo, cabezones los dos contendientes y sucedió; el matador de novillos se transmuto en una evanescente huríe y bailó, danzó entre los pitones y testuz del mini-morlaco, mordió la arena y sintió entre sus pieles el olor a sangre y miedo ¡Que sustó! enmudeció la orquesta de la plaza y el público, revolcones, se llevaban al novillero los subalternos ¡Los cuernos no atravesaron la epidermis!, Santiago el Jacobeo había cumplido su trabajo de ente protector...David Miranda siguió en sus trece, el novillo resabiado no paraba de mirarle la taleguilla, el combate lo ganó el que estaba previsto; ¡Murió el cornudo!...El presidente de la novillada y el público no se apiadaron: no otorgaron la oreja. Ganó el trofeo cuando toreo y venció a su segundo novillo, un pinchazo hondo, dos descabellos y al tercero el astado quedó conmocionado, el presidente de la novillada no se enteró, el público, unos pocos, delataban la carnicería los ojos del animal, no paraban de moverse de arriba abajo, lo remató el puntillero a golpes de puntilla,segundos interminables para el moribundo.
El onubense Alejandro conquero, triunfó a lo grande ¡Gran tarde para el!, supo torear, humillar a los dos novillos de su lote, el primero fue el peor de toda la tarde, fallaba de los cuartos traseros, no tomó con comodidad el capote, a cada engaño revolcón entre el polvo de la calurosa jornada, algunos del público pedimos la devolución del novillo, fue picado y continuó en el redondel, el novillero le tomó la medida, lo toreo con dulzura, al natural, derechazos, adornos arrodillado, desplantes, caricias a los pitones, estocada efectiva desprendida...dos orejas. Su segundo novillo, fue el mejor de la tarde y según decían los entendidos el gran astado de la feria tudelana, es el único que fue picado con intensidad. Alejandro Conquero disfrutó de su buen quehacer he hizo vibrar a los asistentes, festival de pases con la muleta, manoletinas, mirando al público, encarándose a su animal, bailando delante de los pitones, toreo al natural con muchísima vibración y fuerza, derechazos al viento quieto como una estatua de alabastro, larga su faena, interminable para deleíte de los taurinos y una nueva estocada, también desprendida y posible degüello, el albero terminó ensangrentado...Nuevamente se le otorgaron las dos orejas. ¡Cuatro! y salida a hombros por la puerta grande. Lo mejor el último novillo dando una vuelta al ruedo entre los aplausos del público mientras las mulillas lo llevaban al desolladero.
Hemingway
denominó Fiesta
al alborozo anual de los navarros
cuando dejan su seriedad en los pórticos de sus casas,
cuando pasean a sus mitos por las callejuelas,
sonidos de gaita y tambor,
jotas gamberras sobre los empedrados,
txistus fornicando con trompetas de charangas.
Cuatro minutos de encierros...cuatro minutos
mozos tuteando a los salvajes morlacos
dos horas de matanza en el albero
veintiuna horas y cincuenta seis minutos
salta el bacanal y la alegría.
Desayunos, almuerzos, comidas, cenas
y muchísimo alcohol en las avenidas.
Ilusión,
hermanamiento entre hombres y mujeres
nativos y los venidos de lejos. Música, jolgorio,
fuegos artificiales
beatas que besan los glandes santificados
y los ateos que en esos instantes
besan las reliquias de los santos.
Caos, desvergüenza durante las jornadas festivas.
Después:
A la calma, tranquilidad, trabajo,
la bacanal se esfuma.
Durante un año: Sueño
pensando en las siguientes fiestas.
Hemingway
acertó
en llamar Fiesta
al ritual
de los alegres mozos.
Poema escrito "A vuela ordenador" la tarde del Lunes, tres de Agosto del 2.015
-Joseba Ayensa (poeta-cantor.)-
Crónica poética de Joseba Ayensa, reportaje gráfico de Rafael Arroyo.
Rafael Arroyo ha escrito una crónica como contrapunto.
CONTRAPUNTO
EL FESTEJO DE HOY
Avanzan por las calles de
Tudela con música cánticos y estandartes ,
son las peñas ataviadas con su uniforme de fiesta , blanco y con pañuelico y faja
roja. Entre ellas avanza al trote
el tiro de mulillas vistosamente enjaezadas para la fiesta y rematadas
por un encrespado mar
de banderas rojigualdas . Observo
la comitiva de esta procesión
laica camino de la plaza , en donde en
breve comenzara, como cada tarde, el ritual del festejo , es la Feria de Santiago y Santa Ana .
Ya en el albero preside el sol . Omnipresente sol de justicia de finales de Julio que divide la plaza en dos. Pocos espectadores
para una fiesta en franca decadencia, que sobrevive como testimonio de tiempos pasados . De una sociedad en donde
la lucha entre la vida y la muerte era
real y cercana y no un resumen
procesado y predigerido emitido en un
telediario, mientras dormitamos frente al televisor. Sociedades verdaderas hasta el dolor, sin eufemismos ni decorados
de cartón piedra políticamente correctos , sociedades condenadas a la extinción
.
Y comienza el ritual, suenan
clarines y timbales y un jinete al
trote ataviado con negra vestimenta al
estilo de la corte española del XVII
irrumpe en la plaza , es el alguacilillo . Solicita simbólicamente la llave del toril y la venia de la presidencia para comenzar el
festejo . Después de despejar la plaza encabeza el desfile de novilleros, subalternos , picadores y mulillas
que al son de la música atraviesan el
albero y se descubren en señal de respeto ante el palco de la autoridad que preside.
Nuevamente suenan timbales y clarines que anuncian la salida a
la plaza del primer astado , el
novillero ceñido de seda y oro observa desde
un burladero como su compañero negro
bragado irrumpe en el ruedo para que de comienzo el ritual de la lidia .
Los dos han de cumplir su
destino, se han preparado, han sido
destinados para estos breves momentos de magia y muerte .
En el coso las peñas atronadoras
parecen ajenas al drama que se desarrolla en la arena. Las charangas se turnan e interpretan y
versionan una selección de “ la canción del verano” de los últimos
veinte años a cual mas ruidosa.
Algunos cantan y bailan disfrazados
o travestidos . Es la imagen grotesca de la España que genialmente retratara Gutierrez Solana o de las
mascaradas de Evaristo Valle.
Mientras en el ruedo,
dolorosamente autentica y verdad , continua la lidia y se suceden las
suertes. El publico pide música en un
momento especialmente vibrante de la lidia y por fin la banda de música local
consigue hacerse un hueco entre los
cánticos de las charangas e interpretar un conocido y bello pasodoble que emociona a un espectador que
esta a mi lado.
Estamos ya en el ecuador de la fiesta, a estas alturas muy pocos prestan atención a lo que sucede
en el ruedo. Ahora el espectáculo es el publico. Veo bocadillos y bebidas de
todo tipo embutidos, platos con tacos de queso, otros con mejillones es
escabeche, todo es compartido y va
pasando de mano en mano . A lo lejos parece que vislumbro un guiso de carne que
recorre en voladas el tendido siete .
Un espectador de espadas al ruedo llena
ritual y parsimoniosamente un sinfín de vasos con café a los añade un generosísimo chorro de
licor.
Y sin darnos cuenta estamos
terminado el festejo, el balance : alguna oreja fruto mas de la benevolencia y de las ganas de
divertirse del publico que de los méritos
de los novilleros. Aplausos al desfile ritual de las cuadrillas al finalizar el festejo y
abandonar la plaza y vuelta al ruedo y
salida a hombros por la puerta grande del triunfador de la tarde flanqueado pos sus subalternos .
Salimos por el patio de caballos
, unos niños juegan con un par de banderillas ensangrentadas, corren ante la
desesperación de sus padres que temen
que se ensucien con la sangre aun fresca del novillo .Otro lleva una de las
orejas cortadas en la tarde , otros dos niños quieren arrebatársela, tiene un
corte limpio, blanco , sin sangre. Y ese olor fuerte y recio a excrementos y
orines de caballerías que nuevamente me
lleva a la España de Gutierrez Solana .
-Rafael Arroyo-
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