miércoles, 9 de septiembre de 2020

Un sueño NO SUEÑO para Nacho González y su CUADERNO PARA UN CONFINAMIENTO.



        Hace unos días paseaba por la calle Magnus Blikstad de Gijón, sumido en mis pensamientos y me tropecé con un gran poeta asturiano Nacho González, me regaló su Cuaderno para un Confinamiento…yo, le regalo un sueño no sueño, escrito sin signos de puntuación como si fuera un torbellino de viento poético.




       Esta noche no he soñado estaba tan introducido en mi dormir que no percibía que por mi mente revoloteaban gaviotas con gritos de alaridos entrecortados al ver a mi cuerpo estremecerse en el satén que envolvía mi estructura física las aves marinas son caprichosas ladronas en la obscuridad oblicua del hipotálamo que se quiebra a la mínima actividad onírica y comencé a contemplar al comisario Montalbano nadar nadar nadar resolviendo casos criminales de la mafia siciliana su bracear armonioso por el Tirreno el Jónico el Mediterráneo envolvente que desde su profundidad mas misteriosa emerge el Minotauro para embestir con inusitada fuerza a la barcaza bogada por Ulises amarrado a los remos de indestructible madera y no sucumbir a las voces de mezzosoprano que brotaban de sirenas palpitantes el rey tauro enamorando a una Penélope zurcidora de añorados hilos en urdimbres de Ariadna y ese universo grecorromano de nuestra cultura mas íntima mas universal donde Nacho González sabe dar forma transmitir el delirio de los senadores romanos filósofos griegos en un ritual ceremonioso poético y de letras envolventes de su Cuaderno para un Confinamiento sin olvidarse de los desheredados de la paz del sentimiento abrazados al hambre al sufrimiento a la huída a la emigración impuesta por los poderes del universo mas abyecto.



                            ODA A LA CENIZA


Aprendimos de un dios evanescente
a no tener piedad de los vencidos.
No, la muerte no es dulce como anunciaban los credos,
ni hay puertas que se abran a otra vida tras ella.

La vida es lo que late en cada amanecida,
el alba, siempre el alba, en que despierta un niño,
los ojos que se agitan frente al azul del cielo,
nombrar todas las cosas, como hacen los poetas,
para que todo siga teniendo un sentido:
la luz iridiscente de los primeros besos,
la calle en que transitan los sueños a deshora,
el rostro que te aguarda detrás de los cristales,
la tierra en que germina el polen del deseo,
un parque, crisantemos…

El resto es esta larga caída de los años
de cuando vamos siendo, camino hacia el poniente,
“plenitud de la nada y carne desgajada”

No, no hay piedad, los dioses saben bien de la muerte,
Esa desnuda llama que se apaga en silencio.

              -Juan Ignacio González (Nacho González)-






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