Sociedad
Cultural GESTO, organiza y programa un ciclo de cine portugués en el Centro
Municipal Integrado La Arena en Gijón (Asturias).
Soy amigo y seguidor de sus encuentros
culturales, ya sean en el ámbito cinematográfico, poético, fotográfico y todo
lo que mueve a su ser cultural.
No pertenezco a GESTO, como tampoco
pertenecí a “El Laberinto de Ariadna” en Barcelona, pero mi tarea poética la
entrego a ellos, como también hago eco de sus actos culturales en mi “Blog”
personal…Y siempre que necesiten de mi colaboración me tendrán a su
disposición.
He visto, padecido y disfrutado de las
dos películas que de momento se han proyectado: Recuerdos de la casa amarilla e
Historias de Lisboa.
Recordações da Casa Amarela, de Jõao
César Monteiro, rodada en 1.989. Reconociendo que es una gran película, bien
dirigida e interpretada por el mismo Jõao César, no terminó de gustarme, aunque
me impactó, por eso estoy escribiendo este mini-artículo poético. No me gustó
el ritmo del metraje, lento, lento, lento hasta la exasperación. Narraba una
historia realista de perdedores, de nihilistas, de vagos profundos. Plasma la
pobreza material y moral con toda su crudeza. Es una dejadez en todo, en el
trabajo, en las relaciones humanas, en la salud, incluso en la muerte, en esa
vida que pasa sin pasar nada, en ese largo plano-secuencia del inicio del film
de una barcaza navegando por el río Tajo, mostrando la pobreza y dejadez de la
Lisboa que se deja ver en su cauce. Esa sexualidad sin sexualidad ni amor
vivida como una obsesión y un deseo carnal inalcanzable. Esa paranoia de sentirse
un general monigote espantapájaros que desemboca irremediablemente en el
ingreso en un manicomio: En la Casa Amarela
Historia en
la que solo trabajan las mujeres: La dueña de la pensión, su hija que toca el
clarinete en una orquesta, la madre del protagonista limpiando escaleras
sableada por su propio hijo y la prostituta ¡La única que amaba, se dejaba amar
y pensaba en su niña que vivía bajo el amparo de la abuela, terminó muriendo en
soledad una vez que su rufián fue detenido y encarcelado. La herencia de la prostituta escondida en las tripas de una muñeca de trapo, que el personaje protagonista no tuvo ningún pudor en robar y disipar.
Lisbon Story de Win Wenders, rodada en 1.994.
¡Una obra de arte musical!, no solamente por los temas cantados por Madredeus y su vocalista Teresa Salgueiro, si no también por el sonido en directo que va captando el técnico de sonidos en una realización cinematográfica.
Película que disfruté, me emocioné y de la que no voy a contar prosaicamente su guión, intentaré escribir un poema.
Homenaje a
Europa
a su unidad
a la
decapitación de sus fronteras
desde
Alemania
Belgica
Francia
España
hasta Portugal
país donde
se para el tiempo
donde se
sueña el instante
donde la
música es aurora
a veces es la
tarde
es la noche cuando se olvida la realidad perdida.
Todo es
sonido
todo es
música
el revoloteo
de las palomas
el galopar de los caballos
la sonrisa
de los adolescentes
el rodaje de
cortometrajes
escenas
cotidianas del dormir
del
despertar
del caminar
del peligro
del tranvía.
Esa Lisboa que
palpita carencia
el curso del
Tajo.
Técnico de
sonido
deambulando
buscando al
director
de un film
inacabado
un fantasma
otro
fantasma adolescente
no emite
palabras
ni suspiros
aparece
desaparece
es mudo.
Enmudece el
metraje
con cámara
de manivela
homenajea a
Charlot
al blanco y
negro
al negro y
blanco
a esos
sepias que acarician
el paso del
tiempo
las imágenes
esa Lisboa
que no fenece
a pesar de
la pobreza
como el
propio protagonista dice:
.-“Hay tal
pobreza que hasta los gatos piden limosna”.
Sonido,
sepia, música, Lisboa.
Narración poética y poema escrito "A vuela ordenador", la tarde del 13 de Noviembre del 2.019.
-Joseba Ayensa (poeta-cantor.)-
Fotogramas y vídeo de la película bajados de "Google imágenes" y "Youtube"
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