Dolors Grau Amorós...la poetisa de intenso interior, apareció con toda su fuerza poética en la revista ¡Hasta siempre! en el Nº 35 de Mayo - Junio del 2.002.
La vida de Dolors está enhebrada por toda esa generación marcada por la dictadura franquista que explotó en ansias de libertad desde los sucesos del Mayo parisino del 68, movimiento "hippie" y liberación personal. Compañera de aventuras artísticas-literarias del gran dibujante Héctor Sabellico. Han caminado juntos por los ambientes bohemios de Barcelona, pareja de tangos, milongas y hojaldres para empanadas de cocina argentina.
Dolors, siempre en silencio hacia el exterior. Dolors siempre cantando hacia su intenso interior. Dolors silenciosa paseando con sus perritas por el barrio Santa Catalina de Barcelona, paseando entre la sombra del gran Héctor Sabellico, hermana y tía de polipoetas faranduleras. Dolors es poetisa, intelectual, estudiante sin pausa día a dia, sus instantes son de filosofía profunda. ¡Es única!, se transmuta en un ser literario cuando juega con las letras, la literatura, la poética...
Este "Blog", siguiendo con su espíritu de revista literaria y conservando la estructura de la primigenia ¡Hasta siempre! vuelve a plasmar la poesía y el mundo de intenso interior de Dolors Grau Amorós.
INFANCIA
Pàgines oblidades,
els meus ulls s´obrien
a la inmensitat,
veus em deien,
adustes i properes,
quin era el camí,
però jo només volia
el camí dels núvols.
JOVENTUT
Plenilunis daurats de nits,
joia de vida plena,
les meves mans van fer
un jardí de somni,
portes obertas a la mar,
llarg temps passat
d´anhel i d´afany.
VELLESA
Blanc silenci,
el riu arriba a la mar,
les aigües del record ondejen
i porten la remor
de gent llunyana ara,
tots aquells que van omplir
l´abrut torrent.
PLENITUD
Llarg final de l´adolescència,
em van dir:
Ja ha arribat la vida adulta.
Però jo no sé de què parlaven,
he passat cinquanta anys buscant-la;
colors rogencs i ocres
són ara el meu íntim jardí.
SIGNOS
Hílabamos alfombras de telas rudas.
Éramos tal como dos sombras huecas.
Cantábamos himnos de alondras mudas.
Tejíamos sueños de arañas hembras.
Olíamos primaveras desnudas.
Rastreábamos nidos de cornejas,
después de mirar muy juntos la amanecida.
ACRÓSTICO DEL LOBO
anverso
Hojas rojizas de otoño rastrea el lobo,
éxito hay en sus huellas, le cuesta mil carillas,
ciudadano del bosque busca sendas angostas,
terrazas por las cuales la pendiente se incline,
olfatea tras su gris pelaje un espejo de hombre,
río salvaje que escribe sin mascarillas.
reverso
Solitario, el lobo, apunta historias del otro,
altivo presta su propio dibujo a su doble,
balbuciente poetiza a su gemela máscara,
ético busca la verdad que su sombra esconde,
legendario libra un asalto con su álter ego,
libre teoriza utopías en las estepas enormes,
iluminando atrapa recuerdos muy literarios,
constante narra sus aullidos de garras veloces,
originario y linaje del bosque es el reflejo
que declina tu nombre en la dúctil arena.
SOLEDAD
Prendida en mi raiz perenne
se renueva esa penosa ausencia.
La yedra crece tan altiva
que sublime se encarama
por el leño de la vida.
La yedra crece tan reverdecida
que busca una rama silvestre
para anillarse a ella.
La yedra crece tan fecunda
para anudar el rugoso tronco
en su seno húmedo y lechoso.
La yedra crece tan gallarda
por el germen de su savia
que elige el árbol encumbrado.
La yedra quiere altura,
alzarse hacia la luz,
pretende acariciar al sol
y palpar el soplo de la luna.
Pero yo no soy yedra,
sino tortuga,
que lleva arrastrando su carga,
que crece cavando una cueva
en la grieta de un muro de arcilla.
Aquende sufro
y allende sufro
Escribió César Vallejo,
recordando a la gente
de su lejana América,
cuando en París contemplaba
los deshechos que vagaban
por las orillas del Sena.
Hoy comemos pizza
en San José Flores,
en una esquina de Rivadavia,
tan bien hecha como aquella otra,
cercana a los años setenta,
cuando pedíamos al mozo
una porción de mozzarella,
con su perfume de orégano.
Y paladeábamos todos,
y disfrutábamos todos,
y bebíamos vino de uva moscatel.
Y en la plaza resisten los árboles
soberbios, confinados, centenarios...
Y amanece allá en Buenos Aires,
y casi es mediodía acá,
en Barcelona...
Y en la plaza todavía están los crotos
según nos cuenta Angela Carolina,
tan viejos como el mundo,
rezando al sol que nos caliente,
aun aquellos que no tienen
una triste moneda en el bolsillo,
que por este motivo los dioses
crearon el cielo abierto,
y la tupida sombra de esos árboles,
y las verde amarillas
acacias solariegas.
También en la plaza, inmutables,
permanecen la viejas prostitutas,
que ya no lo van siendo tanto,
sino otra cosa distinta,
que tañen con su mirada
canciones cautivas de silencio,
preñadas de hierba amarga,
mientras toman mate
muy ardido de sueños,
y piensan en los hijos que dejaron,
allá en el Tucamán lejano,
en la frontera del corazón.
Y nos muestran fotografías,
de un niño ya arruinado,
que acunaban con la promesa
de una moneda blanca y azul,
azul y blanca, patria nueva.
Y pasan los colectivos...
Y esperamos aquel pan
de grano y espigas,
tan igual y tan distinto al oro.
Hoy comemos pizza
en San José de Flores,
en una esquina de Rivadavia.
"només volia/el camí dels núvols."
ResponderEliminarEn ese camino no hay fonteras. Un abrazo, Loles.
Otro para ti, Joseba, magnífico espacio.
Muchas gracias Joseba
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