Estoy en una zona ajardinada
en el Nuevo Gijón
ni yo mismo se por qué estoy aquí
simplemente porque la naturaleza emerge
como estos versos que intento transmitir
mi alma se precipita entre letras
esos signos de puntuación que soslayo
ese césped que humedece mis pies
esa picaraza que se contornea
esa mente que me eleva a la zozobra
no logro ver a Dios en la rama de los árboles
ni en mi corazón latiente
a veces se posa en mi entrecejo
no soy un tonto misericorde
me dice
soy usurpador del mundo
lo adecuo al interés del universo
por eso
no hay solo gozo y vida
hay crueldad
a sintonía
maldad intrínseca
materializada en guerra
destrucción
muerte
¡So tonto!
¿Y te vas a quedar ahí tan tranquilo
con lo que yo te digo?
deja de soñar
de llorar
de gemir como los imberbes
¡Se Dios!
fornica con la diosa naturaleza
cambia el rumbo
para que una nueva conciencia humana
emerja
como ese césped que humedece
la epidermis de tu cuerpo.
Husayn ibn Mansur (858-922), conocido como Al-Hallaj, «el tejedor».
Místico sufí y poeta, que influyó en el pensamiento y obra de Juan de la Cruz y Teresa de Jesús.
Al-Hallaj…el tejedor
sufí
blasfemo para los ortodoxos imanes
nueve años de prisión
mutilación de extremidades
y decapitación.
Fue capaz de amar
al alma que levitaba
a ese cuerpo que se retorcía
ante los impactos nerviosos y erógenos
mueres porque vives
porque el cielo camina por el infierno
para que se apaguen las llamaradas de la inacción.
Vives en luz
para que las tinieblas palpiten
estremezcan tu cuerpo
porque vislumbras el relámpago
que hará vibrar tu pasión.
¿Por qué sufrimos?
¿Por qué gozamos?
¿Por qué se paralizan nuestras venas
para que la sangre vomite eyaculación?
Dios ha sido capaz de matar a Dios
para que los ángeles mezan a los demonios
para que sus lenguas flamígeras
penetren en sus adentros
y los demonios se transmuten en efebos querubines
al servicio de evanescentes nubes
que fornican con la salvación
la que al ser humano
le hará libre
en las laderas del volcán.
He deshojado la margarita
he masticado las semillas de una amapola
me han dejado la lengua roja
no de sangre
de pigmentación alucinógena
las espinas del peyote hieren mi epidermis
el corazón borbotea sangre
y mi alma palpita
veo con ansiedad el ventanal de mi celda
mi hábito de monje se descolora
los piojos entumecen mi piel aterida
el ventanal me atrae
no posee barandal de seguridad
pian los gorriones
hay pajarracos que graznan
pero yo presiento al quetzal
deseo volar con su volar
el ventanal reblandece
se transmuta en cirros acuosos
soy agua
poeta con esperanza
mi alucinación
produce que mis letras
terminen formando la poesía
que en estos instantes
he terminado.
Vídeos auto grabados con la cámara del ordenador por: -Joseba Ayensa-.
Poemas y textos poéticos:
-Joseba Ayensa (poeta-cantor.)-
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